lunes, 7 de junio de 2010

¡Que ironía!


Érase una vez en Madrid, un joven que estudiaba en la universidad. Era un chico de buen corazon que vivía con su perro, el cual le brindaba su amistad incondicional. Lo que más amaba de su casa era el silencio. Su pasatiempo favorito era jugar golf y su mayor orgullo era ganar con dignidad y coraje el torneo " la sandía de oro". Le gustaba salir a campeonatos donde demostraba la lealtad a su club y por su gran liderazgo él era el capitan del club. Lo consiguió gracias al gran amor y respeto que le tenía al deporte y a sus compañeros. Después de regresar de un campeonato, mientras escribía un ensayo, la punta del lápiz cayó sobre su comida sin darse cuenta. ¡Qué ironía se murió comiendo sandía!

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